jueves, 11 de febrero de 2021

Reto 2 - El feminismo en mi familia

En mi familia tenemos la suerte de contar con dos referentes en la historia del feminismo español: Jimena y Elisa Fernández de la Vega Lombán

Las hermanas Fernández de la Vega, nacidas en 1895 en Vegadeo (Asturias), fueron las primeras mujeres estudiantes de Medicina en la Universidad de Santiago de Compostela, en el año 1913.

Elisa y Jimena, gemelas y hermanas de mi bisabuela María Luisa, quisieron seguir los pasos de su padre médico, mi tatarabuelo Wenceslao Fernández de la Vega Pasarín. Estudiantes excepcionales, ingresaron en la Universidad como alumnas de enseñanza oficial no colegiada. Solo tres años antes, el 8 de marzo de 1910, el Gobierno había promulgado el Real Decreto que eliminaba la norma que prohibía a las mujeres acceder a la enseñanza universitaria.

Sus comienzos universitarios no fueron fáciles, como se podía intuir. Una salida de tono de un profesor llevó a Elisa y Jimena a levantarse en plena clase, abandonar el aula y tomar la decisión de examinarse por libre. Su valentía obligó al académico a contactar con varios compañeros de las gemelas para que intercediesen y, finalmente, a pedirles disculpas. No fue lo único que tuvieron que aguantar: burlas en los pasillos de la facultad o la reticencia de un profesor de Anatomía a que viesen hombres desnudos.

Su brillantez académica continuó y en 1919 ambas aprobaron con sobresaliente sus exámenes finales de Medicina, con matrículas de honor. Jimena se alzó con el Premio Extraordinario al acabar la carrera. Su hazaña además se tradujo en un premio oficial: la gran Cruz de Alfonso XII por sus méritos académicos.  

Las dos jóvenes ya licenciadas se trasladaron a Madrid para doctorarse, obteniendo de nuevo calificaciones extraordinarias. Desde ese momento, las gemelas iniciaron caminos diferentes en su vida y en el mundo de la medicina.



Elisa se especializó en Pediatría y, pese a obtener una bolsa de estudios para ampliar sus estudios en el extranjero, optó por quedarse en España. Empezó trabajando en Madrid, en el Hospital Niño Jesús. En 1925 se casó con su antiguo compañero de carrera y anatomista Gumersindo Sánchez Guisande. Juntos se mudaron a Sevilla y posteriormente a Zaragoza. Compaginó el cuidado de sus tres hijos con las clases que daba en la universidad, sus consultas en casa, la escritura de artículos, la elaboración de manuales, conferencias. Lamentablemente, en 1933 falleció con 37 años debido a una neumonía que se autodiagnosticó. Su marido, republicano, se exilió en Argentina y fue nombrado catedrático en la Universidad de Cuyo (Mendoza).


Jimena, por otro lado, decidió aprovechar la beca y viajó por países como Alemania, Suiza y Austria, donde amplió sus estudios de Genética Experimental entre 1925 y 1927. Tras regresar a España, la genetista publicó artículos de divulgación, organizó conferencias y tradujo monografías con las que contribuyó a que llegasen a España algunas de las teorías científicas más modernas que se estaban estudiando en el resto de Europa. En 1933, año en el que fallece su hermana, se fundó la Sección de Genética y Constitución de la Facultad de Medicina de Madrid, que pasa a dirigir. A raíz del inicio de la Guerra Civil, Jimena se trasladó a Santiago de Compostela, donde ejerció como médico. Allí, cuidando a los soldados heridos en el frente, demostró que sus habilidades como médica estaban a la altura de su erudición teórica como genetista. Durante este período Jimena se hizo cargo también de sus tres sobrinos al tener que exiliarse su cuñado a Argentina. En 1945, con 55 años y tras aprobar la oposición para el cuerpo de Baños, se incorporó al Balneario de Guitiriz (Lugo), en el que su padre (mi tatarabuelo Wenceslao) había ejercido de director. Tras el fallecimiento de su madre, fue trasladándose a los balnearios de Montemayor (Cáceres), Cestona (Guipúzcoa) y finalmente a Lanjarón (Granada), donde se jubiló. Durante esta etapa no dejó de publicar, tanto sobre Hidrología como Herencia molecular. Falleció en un sanatorio de Santiago, en 1984, debido a una enfermedad cerebrovascular.

En 1996 la Universidad de Santiago de Compostela, con motivo de su 500 aniversario, les dedicó un vítor.


Un año después, el Ayuntamiento de Vegadeo les dedicó una calle, acto en el que nos pudimos reunir gran parte de la familia (mi madre, Ximena, es la segunda por la derecha y yo soy el niño de 9 años), incluidos nuestros parientes argentinos y en 2006 la universidad compostelana dio su nombre a la sede de su vicerrectorado de estudiantes. A este último acto acudió la entonces vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega (la primera por la derecha), sobrina de las pioneras que casi un siglo antes habían roto moldes en la ciencia.


- Bibliografía: Carlos Prego Meleiro (2017). Las hermanas Fernández de la Vega, un ejemplo del XX para el XXI.

- Fotografías facilitadas por mis padres.

 

 


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